Con la realidad de la transformación digital cada vez más presente en las organizaciones, estamos viviendo un momento decisivo en la gestión de person
Con la realidad de la transformación digital cada vez más presente en las organizaciones, estamos viviendo un momento decisivo en la gestión de personas.
En el cual, cada vez más, el factor humano (el que realmente no se puede automatizar todavía) está en evidencia.
La digitalización, la agilidad y la mejora de los procesos previstos en la transformación digital provocan cambios estructurales en las empresas, que comienzan a actuar de una manera mucho más rápida, en la mayoría de los casos adoptando modelos de organización de equipos bastante diferentes a los tradicionales.
Si estamos insertos en un entorno que está constantemente en su "versión beta", nosotros, los gerentes, debemos adaptarnos rápidamente a los cambios de comportamiento que promueve (y a menudo fomenta) en nuestros equipos de trabajo.
En este escenario, más que establecer estándares para medir la productividad o monitorear el desempeño, lo que es extremadamente necesarios, poner "causa" en una determinada acción pasa a ser el gran agente de transformación. Cuando revisamos estudios recientes que tratan sobre el compromiso, está claro que la forma en que hemos sido remunerados durante mucho tiempo ya no es el principal factor de permanencia en las organizaciones.
Hoy, lo que alienta a los empleados a permanecer en las organizaciones, haciendo lo mejor cada día, son las historias que escriben en sus trayectorias. Todos queremos contar historias, buenas historias. Queremos tener la oportunidad de mostrar quiénes somos y distinguirnos. Siempre estamos buscando desafíos, descubrimientos y logros. Esto es lo que nos permite la sensación de autorrealización y realización en el trabajo, cuando nos damos cuenta de que estamos haciendo algo (hacer) que está conectado con nuestro interior (yo).
Por lo tanto, marcan una diferencia total en el universo actual en el que vivimos formas de gestión más flexibles, en el que los líderes funcionan como brújulas para sus equipos, comunicando constantemente cuál es el propósito ("norte") y permitiendo y alentando a cada persona a encontrar y proponer el La mejor manera de llegar.
El compromiso, por lo tanto, no solo está relacionado con “qué” hacemos, sino también con “cómo” lo hacemos. Repartir responsabilidades, creer que las personas son igualmente importantes y que las habilidades individuales son una gran fuerza impulsora para obtener resultados más expresivos son factores definitivos para que cualquier organización funcione mejor, evolucione y retenga sus talentos.
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